Lóbrego nado del que despierto.
Desde la orilla me pasan una
pelota
que salpica de desesperanza y
miedo
las cuencas de unos ojos que ahora
lloran
para disimular el mar.
La llegada al primer mundo se
parece
sospechosamente
a la huida del que llaman tercero.
Mientras braceo aprendo
conceptos como
nocturnidad y alevosía.
Algunos de mis compañeros logran
ver la luz
allí al fondo,
pero yo solamente atisbo
oscuridad
y miedo.
¿Había mencionado ya el miedo?
La guardia civilizada me recibe
con los brazos abiertos,
y sin embargo luego
la esperanza no es más que un
color verde uniforme.
¿Por qué lo llamarán devolución
en caliente
si yo aún estoy tiritando
de frío,
de
hambre
o
de miedo?
Eso ya os lo había contado.
Tal vez esta noche amanezca.
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