miércoles, 31 de julio de 2013

El portátil me asediaba

Confieso que el portátil me asediaba
con preguntas retóricas de escuela:
que sí, que no, que omite, que cancela.
Me arrojaba piropos, luego lava.

El mundo visto desde una ventana
minimizaba mi anchura de miras,
mis ojos se quemaban en la piras
prendidas de aquella pantalla plana.

Estuve más loco que una macabra
broma, y si me salté todas las reglas
fue por no convertirlas al islam.

Hoy ya no le dirijo la palabra
por no tocarle con rabia las teclas,
ya no me guiña el ojo su webcam.