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Al pasar por el arco del fracaso
me quemaste las puntas de las alas,
me tiré de pupilas en tu vaso
y aprendí a nadarte por las malas.
Desperté con un sueño entre las manos
y la mente calada hasta los huesos.
Por pasar de lo onírico a lo urbano
me quedé huerfanita de tus besos.
Te maldije con mis
mejores deseos,
contradije los
refranes de tu boca,
pero el tiempo fue
tachando mis días de loca.
Olvidé de memoria los
paseos.
Este amor de cuchillo
entre los dientes
no entendió un futuro
de abrazos ausentes.
En las cuencas vacías de los ojos
almaceno la lluvia de mi llanto,
me caliento de la quema de rastrojos
que aún encuentro entre notas que no canto.
Por lo menos ya he dejado de ir a menos.
La sonrisa con caries de la vida
me saluda con un gesto casi obsceno,
y yo me zafo de conductas de suicida.
Si te veo ya no me
insulto por dentro
ni me culpo de lo que
no tuve culpa;
del amor exprimimos ya
toda la pulpa.
Ya da igual, brindo
por el desencuentro
de dos pares de
zapatos desgastados
que han perdido por no
haber nunca ganado.
Te maldije con mis
mejores deseos,
contradije los
refranes de tu boca,
pero el tiempo fue
tachando mis días de loca.
Olvidé de memoria los
paseos.
Este amor de cuchillo
entre los dientes
no entendió un futuro
de abrazos ausentes.
Al pasar por el arco del fracaso
me quemaste las puntas de las alas.