Os ficho como
amantes a jornada
completa, sin
asueto ni propina,
como mis
consultoras de almohada
para cuando la
ausencia me conmina.
Os necesito
tanto que os consiento
que a veces
cuando os llamo no vengáis
a besarme en
la boca cuando intento
contar
vuestras miserias, bellas chais.
Si alguna vez
os miento con certezas
o a leguas se
me ve la alegoría,
con piedra en
mano abridme la cabeza.
No os aseguro
que no vuelva a hacerlo,
y sólo os
pido vuestra compañía
cuando haya
de escribirlo pa’ creerlo.
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